Nada es perfecto, ni tan siquiera la perfección, incluso la perfección deja un hueco abierto donde se cuela la imperfección.
Perfectamente se piensa que todo se tiene atado, y coherentemente se va evolucionando para la mejoración, pero siempre, debido a una serie de circunstancias algo se desbarajusta, y dentro de toda esa espiral, se busca unos razonamientos que suenan dementes y no convencen, pero están ahí y son existentes.
Eliminando las muelas con endodoncia y dejando atrás todo resto de amalgama, con empaste provisional, rozando la normalidad, no pido más.
Existe siempre esa puerta que ni se abre ni se cierra, siempre entreabierta, donde lo racional y lo irracional se codean en el umbral. En ese umbral es cuando hay que decidir, llevarlo a cabo, aunque te digan personas profesionales con experiencia, que eso no puede ocurrir, que es descabellado, loco, descolocado, y yo paso de largo ante tantos calificativos que no me dejan en un buen estado.
Muchas personas tendrán sus muelas empastadas con amalgamas, las mismas tantas tendrán echa una endodoncia, a esas mismas personas todo esto le parecerá un cuento, pero existen cuentos reales, cuentos en los que el argumento se escribe solo con hechos.
Personas que no asociaran sus síntomas de enfermedades con lo que habita en su boca, vivirán con enfermedades crónicas, con mil consultas al doctor y con miles de medicamentos, que terminan volviéndote más enfermo con sus famosos efectos secundarios, ancianos que puede que hubieran llegado a la vejez con una vida sin tantos traspiés.
Sospecho y arriesgo, me decido, de las muelas me desprendo, hay poco que perder, lo principal es encontrarse bien.
Perpleja me quedé el día que leí un articulo del Dr Mercola, que daba una explicación a la extracción de muelas que yo hice por simple deducción.
Relata la historia del Dr. Weston Price, considerándole como el mejor dentista del mundo.
Resulta que este doctor viajó alrededor del mundo, donde este investigador y dentista, estudió y amplió sus conocimientos, no solo en centrarse lo que es un diente, si no que ahondó en la alimentación de poblaciones perdidas de la mano de Dios, pueblos nativos aislados de la porquería del mundo civilizado.
De nada conozco a este inteligente dentista, y no me hubiera llamado la atención, si no hubiera ocurrido en mi persona lo que él investigó.
Parece ser que toda su investigación a ido a parar al famoso saco, donde tiran todo lo que no interesa que se sepa.
Su vida y obra no voy a contar, está el Dr Mercola en su pagina que detallada está.
Con una historia me quedo, es la que voy a contar.
Había una mujer, hace muchos años atrás, que arrastraba su enfermedad como crónica y sin vuelta atrás, tendría mucha pena, pues llevaba seis años en silla de ruedas, los médicos parece ser que no le daban solución y su artritis siempre iría a peor.
Un día el Dr Price la vio y le aconsejó, un consejo que seguro a la mujer extrañó. Se fijó, el buen doctor, que la señora tenia un diente con endodoncia, a simple vista en perfecto estado y sin dolor.
Sin ningún rodeo a la señora le dio su opinión y ese diente se convirtió en carne de extracción, la buena mujer no tenía nada que perder, y al escuchar del doctor que era un diente tóxico, rápidamente de su boca lo exilió sin contemplación.
Tras su extracción, lo impensable ocurrió, su profunda artritis desapareció, comenzó a caminar y su silla de ruedas abandonó.
El Dr Price quiso demostrar que el diente con endodoncia era tóxico, así que a un conejo bajo la piel se lo implantó. El pobre conejo artritis desarrolló y murió a los diez días, a causa de la infecciones que un diente muerto con sus bacterias tóxicas le provocó.
Sí, puede ser que todos los males se encuentren escondidos en su cabeza, pero también piense que todos los empastes y trabajos que se le realicen a sus dientes… serán los ocupas de su cabeza.
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