Cuando la oscuridad no te deja ver más allá y te sientes envuelto en unas manos que barajan tu futuro, evitando que seas dueño de ti mismo, tu cuerpo no te pertenece, lo manejan de forma que no entiendes, porque en medicina otros llevan el control de lo que te tienes que tomar cada día, ajeno si es lo correcto o lo que te descargará más deprisa.

Tendría mi hijo unos 6 años cuando una bronquitis no se le terminaba de curar, no era la primera que tenía y siempre la conseguía eliminar, su pediatra me decía que se le pasaría con la edad.

Me mandó al especialista para que lo reconociera en profundidad, y tras mirar su radiografía me confirmó que era asma lo que padecía y comenzó a recetar.

Con el tocho de recetas me dirigí a la farmacia y uno a uno los medicamentos el farmacéutico los depositó en el mostrador.

Ante mi todo un kit para el asmático: bronco-dilatadores, Ventolin en jarabe, varios modelos de inhaladores uno para por la mañana, tarde y noche, caja de corticoides y otra de sobres granulados que no me acuerdo el nombre.

No sé lo que pasó por mi cabeza, pues era un tratamiento para la vida entera.

En ese momento vi que mi hijo no estaba tan mal como para todo eso, dije que no me las llevaba y allí se quedaron en la farmacia.

Su pediatra me recetaba un jarabe que Fluidasa se llamaba y me aconsejó que lo llevara a la playa, pasear por ella bajo el sol adsorbiendo su vitamina D, que fortalece el sistema inmunitario y  el yodo del mar el sistema respiratorio, el mar nos provee elementos necesarios para la vida, la brisa marina tiene incluso algún efecto antibiótico, todo eso haría que su caja torácica se desarrollara mejor, que tratamiento más bueno y más en Cádiz con el mar al lao tan salao.

Con 23 años miro a mi hijo ahora y pienso que podía haberme equivocado, fue una decisión delicada no hacerle caso al profesional pero acerté, si esa medicación se la hubiera administrado ahora sí que sería un enfermo con tanto medicamento en el cuerpo.

Que poder tiene las farmacéuticas para que los médicos receten sus productos a diestro y siniestro, suministrando medicamento tras otro, incluso te recetan un medicamento para paliar los efectos secundarios del otro, porque no se centran en lo que realmente puede curar una serie de sintomatologías, pero ocurre que la mayoría de las veces la cura es demasiado barata y no ofrece ningún beneficio a la industria farmacéutica, estas buscan sus intereses y se deshacen de tratamientos efectivos y que no son dañinos aun sabiendo que son beneficiosos para el paciente, no apuestan por ellos porque no engrosan su economía.

Si los tratamientos son costosos, los investigadores piden ayuda a la industria farmacéutica, pero si son baratos no la necesitan, entonces estas se dedican a boicotear esos productos, que aun siendo baratos son capaces de barrer los que nos quieren vender a un precio mucho más elevado.

Todo es relativo, provocan enfermedades para después poder suministrar sus medicamentos, es como el síndrome de Munchausen enfermar para curar.

Te hace pensar, a qué se debe recetar tanto calcio para los huesos para prevenir la osteoporósis, cuando el calcio se deposita en las arterias y ahí ya tenemos la arteriosclerosis, los huesos se vuelven quebradizos, van apareciendo más enfermedades y con ellas más motivos para que receten más medicamentos, intentan restaurar lo que están haciendo mal desde el primer momento, es que  los médicos no saben que para que se fije el calcio a los huesos se necesita tomar  un mineral que lo tienen ignorado, que es el magnesio, ahora se esta escuchando un poco más, pero es el gran olvidado.

Por qué no advierten  que tomar calcio sin magnesio aparte de dejarte los huesos frágiles se barajan muchas posibilidades de provocar un ataque cardíaco y muerte súbita.

Están dejando a las mujeres menopáusicas a que tomen un sin fin de medicamentos para “curar” una osteoporosis que están provocando con una sobredosis de calcio, incluso en alimentos lo enriquecen con mas calcio empeorando los síntomas que quieren mejorar, cuando el remedio es tan sencillo y barato.

Es un circulo vicioso en que se termina mareando y matando al paciente y las industrias farmacéuticas contando billetes.

 

 

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