El médico le diagnosticó desde hace muchos años que su tensión era alta.

Mi madre me comentaba que con la pastilla de la tensión tanto se le bajaba, que se tomaba un café para levantarla.

Yo le contestaba por pura lógica que las dejara, pues parecía ser que no le hacía falta.

A la doctora se le preguntaba y tajante contestaba que ese tratamiento era para toda la vida, que no tenía que dejar de tomarla.

Había  que hacer caso, son los profesionales, no se les puede llevar la contraria.

Un día sus pulmones de liquido se llenaron y su voz ronca se escuchaba, la trataron como un mal catarro, una bronquitis, barajaban sin saber realmente de que se trataba.

Seguían dándole su medicación ingresada en residencia, que no le faltaran sus pastillas y la de la tensión la primera.

En el prospecto del medicamento de la tensión, Naprilene en concreto se llamaba, aparecía entre otros efectos secundarios líquido en los pulmones y ronquera, todo coordinaba.

Dentro de mi ignorancia sobre medicina, se lo comente a la doctora pues ella era la especialista yo solamente leía un prospecto donde se advertía.

Me contestó que no me preocupara pues sabía lo que hacía.

A partir de ese día le retiraron la pastilla, en su medicación diaria ya no aparecía.

Es en ese momento cuando la palabra tarde abarca toda su enormidad.

Cuando el tiempo no puedes echar atrás, no existen soluciones y solo queda llorar.

Recetan pastillas como Reyes Magos tirando caramelos.

Cuantos medicamentos innecesarios, cuantas muertes escondidas tras los efectos secundarios, con decir después que se encontraba muy mal todo queda arreglado.

No meteré a todos los médicos en el mismo saco, pues he conocido a algunos genios en su profesión y excelentes seres humanos.

Pero a los matasanos, incluso algunos del gremio de enfermeras, enfermeros, sí ustedes sabéis quienes sois, los que no escucháis, los que vuestra empatía brilla por su ausencia, los que carecéis de sentimientos, los que se creen que tratan con números en vez de personas, los que debieron de haber sido matemáticos o carniceros, a ustedes el saco les cerraba y los tiraba al mar atados a un bloque de cemento, para que jamás emergierais a la superficie, no merecéis volver a ver la luz del cielo, matarifes con bata blanca os deseo que os pase lo que yo viví envuelta en sufrimiento.

Han pasado años pero el tiempo no lo ha borrado ni lo hará en ningún momento.