Te puede pasar

Te matan y no te enteras

DESPUÉS DE MUCHOS AÑOS…VIAJAR A GALICIA. parte I

Todo el mundo miente y eso es verdad, todos se esconden tras esa mentira que convierte su vida en realidad, se dicen verdades que más de uno las calificarán de mentiras, es sabido que el mentiroso piensa que se le miente porque su mentira es lo que regala a la gente, a mi no me ha hecho falta mentir, para qué mentir si la verdad ya es la gran duda que vive aquí o allí, solo hay que transmitir lo que en la vida va sucediendo, ni más ni menos, es tan simple y tan complicado el explicar lo que se vive con la simplicidad de la vivencia.

Tiempo hace que no escribo y aparte que el tiempo me lo ha impedido, las ganas de escribir se fueron de vacaciones.

Después de muchos años, como animal que va al matadero viajé, ilusión no me hacía pero me desplacé, siempre pienso que el viajar esta sobrevalorado, como algo grandioso, que la gente y la comida es buena allá donde se viaja, será como en todo lados, habrá cosas buenas y también existirá el lado malo, como en el lugar donde se vive, vale, lo admito, salir de mi entorno seguro no me es grato.

A Galicia me dirigí, junto con mi ¨mario¨ que es de allí, reencontrarse con los orígenes, con la familia que quedó allí.

Que pechá de carretera, para mi un viaje sin fin, que cantidad de túneles, cada vez que en uno me adentraba, me acordaba de Silvester Stallone en la película del túnel que se derrumbaba, todo se me hacía muy grande y a la vez pequeño, pues tiempo atrás no estaba yo ¨pa na de na¨ y menos viajar.

Camino a Padrón nos dirigimos al hotel Rosalia, al lado del museo de Rosalia de Castro, que ¨pa¨ eso era de Galicia. Aconsejo ese hotel a personas que no soporten los olores artificiales, como el ambientador, ni el aire acondicionado impregnado con el químico en cuestión, aunque antes de reservar habitación por teléfono llamé  para asegurarme que podría respirar y así la estancia allí no me iba a fastidiar, me contestó una señora muy amable, que me dio tranquilidad, que allí ni aire acondicionado, ni ambientador me iba a molestar.

Llegar al hotel fue una odisea, pues a pesar del GPS ese, que yo descifraba de aquella manera, conseguí perdernos por una carretera llamada desconocida, pues ni la maquinita la conocía, mi afán de aventura me superaba al ver que la carretera era terrorífica, los arboles se abrazaban en sus copas formando arcos tétricos en la noche, cerré la ventanilla muy rápido, la película la matanza de Texas se paseó por mi cabeza haciéndome ver al asesino de la sierra correr con ella en alto, sacando su lengua a través de su mascara de piel humana…respiré cuando volvimos a la civilización otra vez.

Nos llamaron del Hotel preocupados pues el día de la reserva casi estaba finalizando, yo le contesté que tranquilos, que para ya íbamos, que solo nos habíamos perdidos un rato, es que es un buen trecho de Cádiz a Galicia, es de punta a punta, llega el momento que uno se despunta.

Llegamos al hotel y todo era perfecto, el trato, la habitación, al entrar no olías a esa mierda de ambientador que suelen echar en todos lados, había plantas naturales, y limpieza que no hace falta enmascarar con olores artificiales.

Tras instalarnos salimos a ver Padrón, aunque era de noche y hacía un frió del copón, había que estirar las piernas y llenar la barriga tras horas y horas de carretera.

En una plazoleta miramos dos restaurantes, la duda nos dejó pensando y el raciocinio nos hizo tirar ¨pa lante¨ con una decisión acertante, nos fuimos a sentar donde estaban sentados la gente del lugar, su acento gallego los delataban y nos alejamos del restaurante donde la cantidad de extranjeros era aplastante.

Hacia tiempo que no comía alimentos fuera de casa, no me fío de lo que le echan a la comida para que le dé sabrosura, y fuera de mi lugar seguro no quería que una reacción me asaltase metiéndome en un apuro.

Pedí una cerveza, Cruz Campo, es la única que mi organismo tolera y no me lleva fuera de campo, pero es Galicia, se lleva la estrella, la Estrella de Galicia, primer balón fuera de portería, pues entonces rioja que venía bien para el frío que hacía, Lynus Infante del 2.015, de Rivera Del Duero, nos lo aconsejó el camarero y dio buen tino pues tenía cuerpo y bueno el vino.

Miraba y miraba la carta y no me atrevía a comer nada, hambre tenía después de todo el día, y no me fiaba de la comida fuera de mi casa, se acercó el camarero que Gonzalo se llamaba, le pedí si pudiera ser pan tostado con ajo y aceite, me contestó que sin problema, que enseguida estaba en mi mesa.

Mi marido miró la carta y pidió zamburiñas a la plancha, jamón ibérico y que fueran raciones.

Mientras tanto el camarero, Gonzalo, me trajo el pan con el aceite y ajo, muy bien emplatado, pero mi idea del ajo con el pan la tuve que explicar, le dije si podía ser que los ajos fueran enteros y no frotados con delicadeza, que fueran troceados, que se note bien el ajo.

Sin ningún problema y sin más dilación, me trajo no un diente de ajo sino una cabeza entera desdentada y pelada, la botella de aceite de oliva extra envasada en cristal, más a mi favor porque en plástico pierde sabor.

Seguidamente la ración de zamburiñas a la plancha y el jamón ibérico cortado a mano con todo primor.

Yo comía mi pan tostao con aceite, ajo y ya puesto el jamón, vaya jamón bueno y con sabor, curado en su punto poseedor del quinto sabor básico, sabor umami, al recordarlo se me hace la boca agua, con ese sabor etéreo pero con regusto prolongado.

Un lugar distinto, la tranquilidad, el fresco de la noche, el acento gallego que te envolvía, mi ¨mario¨ ese acento se le ha perdido en Cádiz, todo tan envolvente…me comí el pan con el ajo, el aceite, el jamón y las zamburiñas a la plancha que no vea lo buenísimas que estaban, sin más ingredientes para que más si el marisco era de calidad.

Aquello era el paraíso, yo no quería pero después me harté hasta de zamburiñas.

Ante tanta armonía, buena comida, la amistad fluía. Pensábamos ir al día siguiente con mi hijo que se encontraba en Bamio, ya que el jamón es su debilidad, pero por una H y B no pudo ser.

En Padrón puedo decir que si vuelvo a ir, no pasare de largo sin ir a O`ALPENDRE, Plaza Do Castro Nº 3, ni que decir que, lo mismo pediré y otros manjares probaré.

Nos despedimos de allí con buen sabor de boca y con más ajos que me obsequiaron para el camino, por si me entraba ganas de comer más o para repeler algún vampiro del lugar.

Gonzalo y Susan, por su amabilidad y buen hacer os doy las gracias otra vez.

Continuará

 

 

 

Siempre se me ocurre hacer la foto cuando está ya todo comido

Siempre se me ocurre hacer la foto cuando todos ya se han ido

 

 

 

 

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